Sobre el fracking se ha tratado ya en bastantes artículos y en muy diversos medios. El problema ha sido que, dependiendo del autor y del lugar en que lo hacían, siempre se olvidaban de alguna de las caras que tiene esta técnica. Atendiendo a estos reportajes, este medio de extracción está lleno de ventajas o es una verdadera pesadilla. Por ello, en esta ocasión, no vamos a dejar de lado ninguno de los frentes de la fractura hidráulica y analizaremos tanto sus beneficios como los inconvenientes.
¿Qué es el “fracking”?
El fracking, o fractura hidráulica en castellano, es un mecanismo utilizado desde hace más de 50 años para la extracción de combustible. De forma resumida, consiste en aumentar la porosidad de las rocas que contienen el petróleo o el gas natural y, con ello, acceder a los hidrocarburos. Sin embargo, no ha sido hasta que esta técnica se ha modernizado y añadido un nuevo componente de perforación horizontal, cuando ha comenzado a ser rentable.
El proceso es el siguiente: Se taladra la superficie verticalmente hasta algo más de un kilómetro. A esa profundidad, se vuelve a horadar la tierra, pero ahora de forma horizontal, durante otro kilómetro como mínimo. Es en esta parte plana en la que se usan explosivos y por la que se inyectan materiales a una elevada presión, lo que genera la rotura e incrementa la porosidad de las pizarras que hacen fluir el hidrocarburo.
Estos materiales inyectados están compuestos principalmente por agua y arena. Sin embargo, también se utilizan otros elementos químicos que suponen entre el 1 y el 2% del volumen total. Empleados para evitar la aparición de bacterias, disminuir la corrosión de las tuberías y facilitar el ascenso de los combustibles, contienen, entre otros, bencenos, xilenos o cianuros, es decir, sustancias altamente cancerígenas y tóxicas.
¿Cuáles son sus ventajas?
La principal es que los estados tendrían más petróleo y gas, con lo que podrían llegar a ser energéticamente independientes. Esto no es baladí, en el año 2009 nos gastamos en España más de 21.000 millones de euros (2% del PIB) sólo en lo relativo al petróleo. Por ello, reducir esta dependencia es uno de los principales objetivos de cualquier gobierno.
Asimismo, otra de las grandes bazas con las que cuentan los que defienden la fractura hidráulica es que, al iniciarse estas búsquedas y más tarde su extracción, se invertirá en los propios estados creando puestos de trabajo.
Por último, al aumentar la producción, se consigue reducir el precio de los hidrocarburos. En Estados Unidos, cuna del fracking, ha disminuido el del gas natural hasta en un 86% desde 2008, provocando el cierre de algunas centrales térmicas de carbón por falta de rentabilidad -disminuyendo la emisión de CO2, uno de los artífices del calentamiento global-. Sin embargo, no se sabe cuánto tiempo se podrá seguir reduciendo el precio del gas, ya que las extracciones pueden llegar a no ser lucrativas.
¿Y los inconvenientes?
Pues son bastantes y para nada despreciables. Por una parte, durante el proceso se utiliza una ingente cantidad de agua. Ésta, junto a los aditivos inyectados, puede llegar a contaminar acuíferos cercanos, con lo que la población que hoy en día se sirve de ellos no podrá volver a utilizarlos, implicando una importante pérdida de empleo en agricultura.
Las aguas contaminadas -por los aditivos y los propios elementos que tienen las pizarras, muchos de ellos radiactivos- necesitan tratamiento. El problema es que no existen plantas que lo puedan hacer en su totalidad, ninguna puede eliminar, por ejemplo, los elementos nucleares que contienen.
Otro de los daños colaterales causados por esta actividad es el escape de gas natural, que ha llegado a mezclarse con el agua de los acuíferos originando explosiones en algunos hogares.
La atmósfera también puede verse alterada por esta técnica. Si no se cierran de forma hermética las instalaciones, es posible que se escape gas, principalmente compuesto por metano. Esta molécula hace que se incremente el calentamiento de la Tierra más que cuando es quemada, ya que puede atrapar 20 veces más energía calórica que el CO2.
No hay que olvidar tampoco, que invertir en hidrocarburos, aunque sea para cantidades muy grandes, siempre será hacerlo en algo finito y reducirá el dinero destinada a investigar en renovables. En los EUA siguen planteándose si la inmensa inversión que se está haciendo en esta técnica, dejando a un lado el resto de fuentes energéticas, es apostar todo a una sola carta, una carta finita y cargada de incertidumbre, ya que no se sabe si seguirá siendo competitiva a largo plazo.
¿Qué pasa en España?
Según el Colegio de Ingenieros de Minas, mediante esta técnica, nuestro país podría abastecerse de gas durante 39 años. Actualmente, se están realizando estudios para determinar las potencialidades en el Valle del Guadalquivir o el País Vasco, por ejemplo, al mismo tiempo que la población se está organizando en asociaciones para evitarlo, a veces consiguiéndolo o, por lo menos, retrasándolo.
El gobierno, por su parte, está diseñando una legislación para darle cobertura en el Estado y el Ministerio de Industria ha explicado que, aunque existen riesgos, si estos se controlan, se permitirá su utilización.
España es en un 99% dependiente de los hidrocarburos extranjeros, algo que es necesario reducir. Sin embargo, poner en peligro otros sectores para ello (agricultura o turismo), no es el método más conveniente para conseguirlo.
La crisis no debe ser la excusa escogida para embarcarnos en esta aventura. En California, por ejemplo, donde existen también graves dificultades económicas, se ha llegado a decir que el estado tan sólo tiene dos salidas: el fracking, o aumentar impuestos y la bancarrota. Se supone que la fractura hidráulica les llenará las arcas, sin embargo en Dakota del Norte -epicentro de esta técnica- con las tasas obtenidas algunos condados no pueden pagar siquiera el arreglo de los desperfectos que generan los camiones de las instalaciones.
En España no tenemos ni la primera alternativa californiana porque no poseemos sus reservas petrolíferas, pero sí que podemos llegar a tener los problemas derivados de la técnica. Al final, la cuestión del fracking se puede resumir en que quizás, por aumentar los beneficios de unos pocos y que nos caigan las migajas al resto, pongamos en peligro los sectores con los que hoy en día estamos subsistiendo.
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